martes, 30 de diciembre de 2008

Primer tren a La Gloria




El primero de junio de 1913 fue en Cienfuegos uno de esos domingos en que hay tiempo de hacer cualquier cosa, menos aburrirse. Tan así que el estreno de la estación ferroviaria de la calle Gloria coincidió con una exhibición aérea de Domingo Rosillo, uno de los tres ases pioneros de la aviación cubana.
Pocos minutos después de la siete de la mañana entró en agujas el primer tren procedente de la capital de la república, en el cual arribó a la nueva estación ferroviaria de la ciudad una comisión de los Ferrocarriles Unidos de La Habana y Almacenes de Regla, Co. Lmted. Para la ocasión vinieron a la Perla del Sur Mr. Walter, primer auxiliar de administración, y Mr. Hasley, superintendente de Tráfico. Roberto M. Orr, administrador general de la Compañía se excusó, pues pronto debía viajar a Inglaterra.
Al recibimiento del convoy inaugural asistieron las principales autoridades cienfuegueras: el alcalde Juan Florencio Guerra; el presidente del Ayuntamiento, Pedro Sorá; y el jefe de la Policía, José Don.
El tren con destino a Sagua la Grande, que combinaba con el de Santa Clara, ese día dejó de salir de la estación de Arango y San Fernando para inscribirse en la historia como el primero con origen en Gloria y Santa Cruz.
Su partida a las ocho de la mañana quedaría registrada también en las crónicas de la ciudad por un sino fatal. En uno de sus coches tomo pasaje Domingo Campos, el ex policía municipal que la noche del 11 de abril del propio año había matado al alcalde de Cienfuegos, Ceferino “Nene” Méndez, en la esquina de Argüelles y Bouyón. La Policía de la ciudad lo entregó en el andén a la Guardia Rural, encargada de conducirlo a Santa Clara, donde debía comparecer ante la Audiencia Provincial.
Como sucedía siempre en tales circunstancias el hotel Unión sirvió el banquete de agasajo del Alcalde a la comisión de los Unidos, en el cual también hubo cubiertos para empleados de la Cuban Central, otra compañía ferroviaria, de capital inglés.
Si la mañana fue el tiempo de los trenes, la tarde dominical estuvo reservada a la aviación, el último grito de la moda en materia de locomoción. Domingo Rosillo, el protagonista de la primera travesía aérea sobre el Estrecho de la Florida, deleitó a los cienfuegueros con par de vuelos desde la improvisada pista del beisbolero Hipódromo. El primero, de circunvalación, duró seis minutos y medio, y el segundo fue una prueba de altura que se alargó cuatro minutos más. Por la noche el émulo de Ícaro también tuvo su banquete en el propio hotel de De Clouet y San Fernando.
El acto oficial de inauguración de la terminal ferroviaria ocurrió esa noche, amenizado por la Banda Municipal y con una asistencia calculada en cuatro mil personas. “No se cabía en la estación, no obstante estar tan lejos del centro de la ciudad”, escribía un reporter de El Comercio.
“La Comisión de los Ferrocarriles Unidos estuvo muy obsequiosa”, narraría La Correspondencia al dar cuenta del reparto a manos llenas de champagne y tabacos.
Tras la celebración partía, con exactitud inglesa, a las diez en punto, el primer tren con destino a La Habana.
Esa misma noche salía desde la capitalina Estación Central, inaugurada a finales del año anterior, el primer tren oficial de pasajeros de la nueva ruta a Cienfuegos. Míster Orr también fue generoso con el champagne del brindis de apertura.
Julio Andrade compró el boletín marcado con el número cero y A. Deswuile, el uno. El cuatro correspondió a Federico Laredo Bru, el abogado villareño que por entonces había echado raíces en Cienfuegos y luego sería presidente de la República. La locomotora marcada con el número 459 llevaba a Francisco Soler de maquinista y Ramón Bravo de conductor. Completaban el convoy el coche dormitorio Yumurí –en la cola-, un vagón de primera, dos de tercera y uno de equipaje.
Noventa y cinco años después de su inauguración, la Estación de la calle Gloria sigue siendo el punto de referencia del ferrocarril en Cienfuegos. Sobre todo tras la lamentable demolición de la llamada terminal de cargas de la calle Arango, otra herida insanable en la piel de la ciudad Patrimonio de la Humanidad.
La instalación edificada por los Unidos en terrenos comprados a Rafael Pérez Morales por seis mil dólares fue la sexta en la historia ferroviaria de Cienfuegos, iniciada el 21 de octubre de 1851 con la apertura del primer tramo de paralelas que comenzaba a enlazar la antigua Fernandina con la comarca azucarera al nordeste de la población.

Nota: El autor agradece la colaboración de Manuel Díaz Ceballos, historiador cienfueguero del ferrocarril. El tema merece que esta columna regrese en el futuro a su atención.

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