viernes, 31 de octubre de 2008

LA CORRESPONDENCIA: Templo del periodismo cienfueguero

31 de Octubre (1898-2008) Aniversario 110 del peridódico La Correspondencia


El embrión de La Correspondencia debió ser fecundado en el café El Centro Mercantil, un establecimiento en la esquina de De Clouet con Santa Clara que se daba el lujo de tener un falso techo de cristal. Y del cual hoy superviven a duras penas el letrero identificativo empotrado en la pared y algunos fantasmas acosados por el humo.
Discurría el año 1898 por su segunda mitad y a Cienfuegos la guerra casi terminada le reservaba una página especial. Sabiéndose en minoría el brigadier Bates, jefe de las tropas interventoras gringas, solicitó a al general español Jiménez de Castellanos que mantuviera el patrullaje de la ciudad. El Ejercito Libertador acampaba en los alrededores, a la espera de que saliera el último soldado colonialista de la Isla. La evacuación no se consumaría hasta el 5 de febrero siguiente, cuando el vapor Cataluña zarpó de Jagua llevando a bordo la imagen de la derrota definitiva de España en América.
En torno a una mesa de la cafetería propiedad de José Velis solían reunirse su hermano Florencio y el asturiano Cándido Díaz, dos mozalbetes de 19 años. Es de suponer cual sería el tema central de aquellos diálogos, pues el lunes 31 de octubre editaron el primer número del periódico en un local de la calle De Clouet, número 32, en los altos de Las Cienfuegueras.
Defender los intereses del elemento español que permanecería en la ciudad tras el cambio de poderes fue la razón que animó a los fundadores de la empresa editorial, a quienes se sumó también Francisco Diego Madrazo, un santanderino con inclinaciones hacia las letras, pero más hombre de negocios que de redacciones.
La última mañana de aquel octubre cuajado de incertidumbres políticas, a falta de 41 días para que Washington y Madrid negociaran sin La Habana en París el armisticio de paz, el joven Tomás Salazar voceó en los alrededores del Parque Central la edición número Uno del nuevo diario cienfueguero.
Con cuatro planas confeccionadas a mano y anuncios contratados a la buena fe de industriales y comerciantes locales, inició su andadura aquel órgano de prensa que en los 65 años posteriores sería referencia obligada del periodismo cubano, sobre todo del realizado fuera de la capital.
Obdulio García, quien fuera una pluma de referencia en el matutino cienfueguero que se consideraba el Vice decano de la prensa cubana, caracterizaría en ocasión de las Bodas de Plata las circunstancias del nacimiento de La Correspondencia. “Don Cándido, un español hidalgo, y Don Florencio, un cubano patriota, concibieron la idea de fundar un diario para propender con alteza de miras a estrechar los lazos entre ambas comunidades, inspiradas en los principios del idioma, la religión y la familia.
En el editorial de esa propia conmemoración La Correspondencia se dedicaría una mirada retrospectiva de medio siglo: “El programa del periódico era a la par que sencillo, de un contenido moral superior en aquellas circunstancias: defender los valores cubanos, sin olvidar, sin perder de vista, sin dejar de tener en cuenta (….) el origen de nuestro pueblo: el hecho de que poseíamos un idioma o un pretérito que no podíamos desarraigar o destruir, cargados por los odios o las violencias”.
Por esa misma cuerda andaba el pensamiento de Martí cuando preparó y desató la guerra indispensable.
En la práctica de la cotidianidad el matutino fundado por Díaz y Velis terminó siendo un defensor de los intereses de la ciudad de Cienfuegos por encima de cualquier bandería política, como proclamaba en su machón.
Desde La Habana, donde fijó su residencia a partir de 1907, Don Cándido seguiría llevando las riendas del periódico, mientras Velis administraba el negocio y ejercía la jefatura de redacción. Tras la muerte del fundador, el 11 de julio de 1924 en París, quien le había acompañado desde los diálogos precursores del Centro Mercantil ocupó la dirección.
En el cargo estuvo Don Florencio hasta los días de la caída de Machado en agosto de 1933, cuando cansado de tanta brega profesional y política, decidió retirarse, manteniendo el nombramiento de Presidente de la empresa editora. Eduardo Torres Morales, cronista de ley, lo sucedió hasta mediados del año siguiente, cuando pasó el testigo a Julio, el primogénito de los Velis, y a quien el gremio local consideraba a mediados del siglo pasado como “el periodista más completo que ha dado Cienfuegos”.
El 18 de diciembre de 1941 falleció en La Habana de manera repentina Florencio Velis Mojena, mientras desempeñaba un cargo de confianza al lado del ex presidente Laredo Bru, por entonces ministro de Justicia.
Julio Velis renunció a la dirección de La Correspondencia a finales de 1950 para encabezar la del diario capitalino Últimas Noticias. Su hermano Pedro, que desde hacía 20 años llevaba la administración, accedió a la jefatura, hasta que lo sorprendió la muerte en septiembre del 52.
Nick Machado, antiguo cronista deportivo del matutino, sería su director hasta el primero de enero de 1959. La fecha que cambió el decursar del país también modificó el machón de La Correspondencia, donde a partir del 26 del propio mes figuró el nombre de Helio Ruiz Madrigal en funciones de director.
Aquel cienfueguero dedicado a negocios inmobiliarios y que llevaba varios años en el apartado gerencial de la empresa, ejercía aún la dirección de La Correspondencia cuando dejó de editarse en 1964.
Por sus páginas habían aparecido las firmas de lo más granado de la intelectualidad cienfueguera y cubana a lo largo de trece lustros. Dígase Miguel Ángel de la Torre, Ruy de Lugo Viña, Andrés Alcalá-Galiano, los Prohías. Juana Josefa Acosta (la Condesita de Nevers), la cronista de viajes Eva Canel, el doctor Loreto Serapión, el poeta Hilarión Cabrisas, el novelista Enrique Labrador Ruiz, el humanista y comunista Juan Marinello, León Ichaso, el escritor y diplomático Francisco Cañellas, el erudito Luis González Costi, y otros que extenderían el listado hasta los límites de lo periodísticamente racional.
Y en la parte de la colección que sobrevive a la inclemencia del tiempo y sus aliados, perviven también los alientos creadores de Ana Pavlova, Enrique Carusso, Margarita Xirgu, Arquímedes Pous, Federico García Lorca, Pedro López Dorticós, Florentino Morales, Conrado Marrero, Jaime González y Antonio Menéndez Peláez.
En las letras que nacieron del plomo hirviente vive el alma de esta ciudad. La misma que en las navidades de 1922 fue escogida por Don Jacinto Benavente, aún con el Nobel a cuestas, para iniciar su gira cubana. Sus razones tendría el genial dramaturgo.
Tanta historia contada, tanta cultura sedimentada en blanco y negro, merece el homenaje de la memoria agradecida.

1 comentario:

Unknown dijo...

Allí en ¨La Correspondencia¨ tuve la oportunidad de trabajar como ¨aprendiz de linotipo¨...con solo 9 años de edad, en 1956...aún recuerdo los nombres de Manolo y Tinerfe Tejera, dos de los cuatro linotipistas a los que atendía. Mi función era limpiar espacios y matrices...traer desde el taller de fundición ubicado al fondo, las barras de plomo aún caliente para alimentar el caldero del linotipo (a rastras con un garfio pues no tenía fuerzas para levantarlas...eran los operarios linotipistas quienes las subían y las enganchaban a la cadena que las sostenía mientras iban bajando hacia el caldero)...limpiaba las máquinas al final de la jornada....Me encargaba de buscar la merienda para los cuatro linotipistas...generalmente desde la cafetería ¨El Naranjito¨ ubicada al doblar de la calle....Parte de mi tiempo de ocio, lo dedicaba a mirar el trabajo de la imprenta...y cierta vez hasta operé la guillotina....o me asomaba a la oficina a ver a NIck Machado corregir pruebas....oficio que luego desempeñé en los ¨Impresos Ideas, de Pérez y Cortina...en Santa Clara...a propuesta dele propio Manolo que me recomendó....de ambos sitios salí....por supuesta presión del Sindicato...que decía que no podía trabajar yo en ninguno de esos lugares...por ser menor de edad...En uno y otro caso, salí con una lágrima corriendo por mi rostro...pues a decir verdad...aún a edad tan temprana, le tomé cariño al oficio....Aún hoy, lo recuerdo todo con enorme alegría y gratitud...a pesar de las circunstancias y penurias de aquella época que me obligaban a hacer trabajo de grandes para ayudar al sustento familiar.